¿Qué son las
externalidades?
Las
externalidades se definen como decisiones de consumo, producción e inversión
que toman los individuos, los hogares y las empresas y que afectan a terceros
que no participan directamente en esas transacciones. A veces, esos efectos
indirectos son minúsculos. Pero cuando son grandes, pueden resultar
problemáticos; eso es lo que los economistas denominan “externalidades”. Las
externalidades son una de las principales razones que llevan a los gobiernos a
intervenir en la economía.
Cuando hay
externalidades se producen efectos indirectos que repercuten en las
oportunidades de consumo y producción de terceros, pero el precio del producto
no refleja esas externalidades. Por ende, las rentabilidades y los costes
privados son diferentes de los que asume la sociedad en su conjunto.
Soluciones privadas: No
siempre es necesaria la intervención del Estado para resolver el problema. En
algunas circunstancias los particulares pueden buscar soluciones privadas. Por
ejemplo, existen diversas normas o
reglamentos que tienen por objeto que las personas no tiren basura en la calle,
pero estas no se cumplen y tampoco se aplican rigurosamente. El problema puede
ser resuelto por las personas, porque tirar basura es algo que está mal y la regla de oro nos dice “no hagas a los
demás lo que no quieras que te hagan a ti”. Esta regla nos dice que debemos
tener en cuenta las consecuencias de nuestros actos para otras personas. En
términos económicos, nos dice que debemos internalizar las externalidades.
Otra solución privada para resolver las externalidades son las
instituciones benéficas, muchas de las cuales se crean para resolver las
externalidades. Por ejemplo, las asociaciones cuyo objetivo es proteger el
medio ambiente son organizaciones sin fines de lucro financiadas con donaciones
privadas. En el ámbito internacional tenemos el ejemplo de la ONG Green Peace (Paz
Verde).
Intervenciones del Estado
frente a las externalidades
Regulación: La
respuesta más rigurosa que puede dar el Estado al problema de la externalidad
es declararla legal. Por ejemplo, puede definir el nivel permisible de
contaminación y sancionar a las empresas que lo traspasen. Los autores
consideran que existen opciones mejores que las estrictas normas del todo o
nada que implica la regulación. El aire puede estar más limpio o más sucio, y aunque
existan unos límites a partir de los cuales el aire es irrespirable, cabe hacer
un análisis marginal, buscando cuál sería el coste adicional de respirar el
aire algo más limpio que el límite permitido,
y compararlo con el beneficio adicional tratando de
buscar el nivel eficiente de contaminación; la regulación no permite buscar el
nivel eficiente.
La regulación exige mucha intervención del Estado,
primero averiguando cuál es el nivel en el que las emisiones son peligrosas, en
segundo lugar fijando unas normas y reglamentos, que en la práctica suelen ser
uniformes, ordenando que todo el mundo reduzca el mismo grado de contaminación
sin tener en cuenta las diferencias entre los costes de tener que eliminarla, y
en tercer lugar controlando su cumplimiento, para lo cual hay que crear la
inspección adecuada que lo vigile.
Impuestos: Los economistas neoclásicos reconocieron que las
ineficiencias asociadas a las externalidades constituyen una forma de “falla de
mercado”. Desde una perspectiva de bienestar general, la decisión privada
basada en el mercado no produce resultados eficientes. Estos economistas
recomendaron la intervención del gobierno para corregir los efectos de las
externalidades. En una onra muy conocida, el economista británico Arthur Pigou
sugirió en 1920 que los gobiernos sometieran a los contaminadores a un impuesto
que compensara el perjuicio causado a terceros.
Ese impuesto
produciría el resultado de mercado que habría ocurrido si los contaminadores
hubieran internalizado debidamente todos los costes. Siguiendo la misma lógica,
los gobiernos deberían subsidiar a quienes generan externalidades positivas, en
la misma proporción en que otros se benefician.
Subvenciones: También, el Estado puede conceder
subvenciones a las empresas, por ejemplo mediante deducciones fiscales por la
compra de equipos descontaminantes. Las empresas prefieren las subvenciones a
los impuestos, porque así no tienen que disminuir la producción.
Creación de un mercado de
permiso comercializado: Este sistema consiste en que el Estado vende permisos o derechos
comercializables, que autorizan a emitir una determinada cantidad de
contaminación. El Estado sólo vende la cantidad de permisos que permitan no
sobrepasar un determinado nivel de contaminación (que puede ser el mismo que
fijaría con un sistema de regulación). Los permisos pueden ser vendidos por las
empresas. Por ejemplo, si una reduce mucho su contaminación puede vender su
permiso a otra que necesite producir más y, por tanto, contaminar más.
Si el Estado
desea reducir la contaminación con el paso del tiempo, puede diseñar los
permisos de tal forma que obliguen a reducir la contaminación una cantidad fija
todos los años.
Fuentes: Wikipedia, Economy WebBlog, otros
blogs y paginas educativas y con relaciona a la economía.
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